Desde hace poco más de un año en la escuela Santa Mónica de la ciudad de San Lorenzo, funciona un taller de reciclado de desechos electrónicos, destinado a la inclusión socio laboral de jóvenes con discapacidad intelectual y a estudiantes secundarios con dificultades socioeconómicas. Herramientas en mano, alumnos, docentes y coordinadores ratifican que es posible construir posibilidades en el marco de la libertad y el respeto de las diferencias.
Llego a las apuradas a San Lorenzo, camino pocas cuadras hasta el colegio Santa Mónica. A cada paso constato que los tiempos de los colectivos pocas veces coinciden con nuestros planes. Esperaba particularmente que llegara el jueves para meterme en el corazón de esta historia, para ver cómo se realiza el reciclado de desechos electrónicos, en el marco de un proyecto de integración de jóvenes con discapacidad intelectual. Me apuro y por suerte llego a tiempo.
Apenas entro, el taller me deslumbra: la disposición del espacio, de las herramientas y en especial, el clima de trabajo. La escena es como una composición de la esperanza, una imagen nítida de ese otro mundo posible que tanto anhelamos; allí se hace tangible aquella realidad basada en las posibilidades, la libertad y el respeto de las diferencias.
Hoy son cerca de diez los alumnos presentes, ya conocen el proceso de reciclado de las PC, me muestran lo que están haciendo y se pone en movimiento la palabra: “En la clase de hoy desarmamos fuentes e impresoras”, dicen José y Jonatan, a un costado, Brian asiente con la cabeza. “Se desarma parte por parte. Con la seño le sacamos la mugre a los teclados tecla por tecla”, explica Selva con admirable paciencia.
Y donde hay adolescentes hay bochinche, nacen sueños, amores y con ellos siempre está la música, mientras trabajan corean dame más gasolina… junto al puertorriqueño Daddy Yankee, y explican: “Para limpiar los teclados usamos un cepillo y le pasamos un trapo con un líquido de color azul, usamos guantes, antiparras y guardapolvos”, señalando unos guantes baqueteados que parecen hablar por sí mismos.
Hace poco más de un año que la escuela para chicos especiales Santa Mónica, puso en marcha el taller de capacitación en el reciclado de residuos electrónicos, destinado a jóvenes de 14 a 18 años. Contempla por un lado el manejo sustentable de la “basura electrónica”, derivada puntualmente de computadoras en desuso, y por otro la inclusión laboral tanto de jóvenes con discapacidad intelectual y de estudiantes de escuelas secundarias de la zona que tengan dificultades socioeconómicas.
El proyecto se está realizando vía el Centro Fransciscano de Estudios y Desarrollo Regional, que pertenece a la Universidad Católica Argentina (UCA), cuenta con la coordinación técnica del Nodo Tau y con el financiamiento del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET). “La experiencia es muy enriquecedora porque aprendés clase a clase con ellos y descubrís que vale la pena, porque avanzan un montón en sus habilidades. Demuestran mucho entusiasmo”, opina Melina Dachesky, integrante del equipo de coordinación del taller, junto con Eduardo Rodriguez y Santiago Costa, todos pertenecientes al Nodo Tau.
En este mismo sentido Eduardo define a la experiencia como muy buena: “y en esto entra la gratificación que se tiene al hacer este trabajo y ver como los chicos con capacidades diferentes se apropian de nuevos conocimientos. A la vez es desafiante porque el trabajo requiere buscarle otras vueltas al modelo de enseñanza para lograr la apropiación del saber en este entorno”, expresa Rodriguez aclarando que el equipo habitualmente realiza capacitaciones en una escala más casera. “Aquí tenemos un taller que quiere ser un planta piloto, y la escala cambia, hay que revisar e implementar nuevos procesos”, señala.
Proceso de aprendizaje
La capacitación incluye varios ejes, que van desde el reconocimiento de las partes de una computadora, de los residuos electrónicos y de su posible tratamiento sustentable, al reacondicionamiento de las máquinas y la gestión de una empresa social y cooperativa. Todo el proceso de trabajo se desarrolla de acuerdo a las capacidades de los alumnos: “el taller es muy grande, nos organizamos en dos grupos. Primero trabajan lo práctico, que es el desarmado, la identificación de las partes, de las herramientas y de los elementos de seguridad. En una segunda instancia hacemos un trabajo escrito en relación a la tarea realizada, volcamos los conocimientos, se fijan las cosas y procesos que se van realizando”, nos cuenta Patricia Vivas, docente de la institución.
Por su parte, con respecto al desarrollo del taller, José Luis Ceriotti, representante legal del Santa Mónica opina que el proceso de capacitación resultó más largo de lo que esperaban, lo atribuye a las características de los jóvenes participantes y a la falta de práctica institucional al respecto. “Fue un aprendizaje para todos. Hasta ahora muy pocas máquinas han hecho el proceso completo. Hemos entregado algunas computadoras recicladas a escuelas del norte, a la Escuela Bilingüe Intercultural Cacique Pelayo, de Fontana (Chaco) y al Instituto San Francisco, de Laishi (Formosa)”, sostiene José Luis.
Dentro de la riqueza del proceso de trabajo, Eduardo Rodríguez de Nodo Tau, asegura que hay mucho por revisar y modificar: “Todavía estamos en pañales en los vínculos interinstitucionales, un poco por lo incipiente del trabajo. También debemos avanzar más en la gestión de los recursos dado que todavía por diversos motivos, entre ellos la falta de espacio de almacenamiento, no hemos logrado un flujo de materiales continuo para procesar”.
Haciéndole frente al desempleo
La situación de desempleo por la que atraviesan más del 90 por ciento de las personas con discapacidad deja a la vista parte de los mecanismos de exclusión vigentes en nuestro país. Más allá de que la legislación contemple cupos para su integración, la realidad nos muestra otra cosa. Según el relato de José Luis Ceriotti, actualmente uno de los pocos espacios de trabajo para las personas con discapacidad, que funciona de manera regular son los Talleres Protegidos, allí se realizan distintos tipo de producciones, aunque por fuera del mercado de trabajo formal.
“En la escuela brindamos formación laboral desde hace veinte años, también se hacen pasantías en empresas con cadeterías, en supermercados. Es muy variado y personalizado, de acuerdo a las características de los alumnos, los talleres de formación internos de la escuela son para formar conductas laborales que puedan ser aplicadas a distintos contextos, después para cada alumno se piensa una propuesta. De todos los alumnos egresados, la escuela tiene 40 años, sólo dos o tres han ingresado en el mercado formal de trabajo. La inserción laboral es casi imposible para un chico con discapacidad intelectual”, explica José Luis.
Y esta dolorosa realidad, por cierto invisibilizada, expone parte de nuestras miserias sociales, nos interpela en torno a lo mucho que aún tenemos por andar para la concreción de la inclusión de la diversidad.
Tratando de echar luz a la situación de desempleo, el último eje del Taller de capacitación en el reciclado de residuos electrónicos precisamente apunta a la formación de grupos cooperativos de trabajo. Dicha etapa, que aún no se ha desarrollado, hoy por hoy ocupa la atención de todo el equipo, así como la gestión de financiamiento para continuar con este luminoso proyecto que a cada paso abre posibilidades de desarrollo y hace tangible las esperanzas que nos sirven para caminar.
Contactos: Tel. 03476 – 425134 mail: recicladopc@tau.org.ar
Fuente: http://www.enredando.org.ar/noticias_desarrollo.shtml?x=52817